El origen de la fiesta de Kukur Tihar se remonta a miles de años atrás, cuando falleció el príncipe Yudhisthira, el cuál subió al cielo con su perro, pero justo antes de entrar en el. Indra, el Dios de los Cielos, le impedía entrar con el animal. Yudhisthira se negó en rotundo a abandonarle y prefirió quedarse con su fiel can, en lugar de entrar al tan ansiado paraíso. El perro, que había estado a su lado en momentos buenos y malos, pudo finalmente entrar junto con Yudhisthira, quien logró convencer a Indra. El perro fue incluso convertido en Dios.
La tradición hindú sostiene que estas mascotas son mensajeras de Lord Yamaraj, el dios de la muerte, y que cuidan las puertas de la vida futura. Es por eso que durante el Kukur Tihar los participantes se encargan de venerarlas, sin importar si vienen de la calle o si tienen dueño.
Durante el festival, los perros son adornados con guirnaldas de flores ) alrededor del cuello como señal de respeto y dignidad. También se les hace una marca en su frente (o «tika») con una pasta de arroz, yogur y colorante rojo: ésta significa que el animal es objeto de devoción y santidad, además de representar una bendición para todo aquel se cruce en su camino.